Si hay alguien a quien conozco en muchas
facetas de su vida, es a Hebert. Estudiamos juntos en el taller de composición
de Mario Lavista de 1984 a 1989.
Ambos ganamos concursos para obra de orquesta organizados por la Orquesta Sinfónica del Estado de México;
compartimos casa en Pittsburgh, donde cursamos la maestría en composición en la universidad Carnegie-Mellon; compartimos viaje a la ciudad de
Oaxaca durante uno de los encuentros de becarios de jóvenes creadores;
y por si esto no fuera poco, en uno de los ciclos de música contemporánea
organizados por nuestro colega y amigo Ramón Montes de Oca (que en paz
descanse) durante un Festival Cervantino, nos alojan en el mismo
cuarto
Varios años después de todas estas andanzas,
Hebert me muestra su Bestiario; una especie de Hydra musical de seis cabezas
(lo que confirma mi sospecha de que él mismo tiene seis cerebros musicales) que
utiliza, como vínculo tímbrico para su ciclo, a un monstruos de dos cabezas y cinco
registros (clarinete/clarinete bajo), y donde descubro que su obra sigue
teniendo el encanto de embarazar al que la escucha...el
manejo de todos los elementos internos nos deja una sensación embrionaria, que
inclusive podríamos aprovechar para parir nuestros propios monstruos.
Como músico, narrador,
compositor ó pintor de música, Hebert toma, sin reparo alguno, elementos de
toda índole para la creación de sus obras: la filosofía, la literatura, la
arquitectura, las matemáticas, la alfarería (para con sus notas de barro crear
su propio Golem, el cual, a través de punzantes gestos y timbres, nos es
representado como un ser autómata y grotesco) y la física, la cual se presenta
en El demonio de Maxwell, que musicalmente hablando, yo diría que es El demonio
de Vázquez, donde su inquieto diablillo, aparte de darnos una idea del sentido
del humor del compositor, nos abre, una y otra vez, las escotillas de la
percepción.
Bienvenido este Bestiario. Bienvenido este
trabajo de excelente creación e interpretación. Bienvenido este monstruoso
ciclo compuesto por otro monstruo, uno de los más originales de nuestra
generación. Bienvenido este libro de cuentos, como Hebert mismo lo llama, y que
dedica a sus hijas Emma y Natalia, pero que en realidad también está dedicado a
todos los que con espíritu de aventura, queremos simplemente entrar a un mundo
fantástico al escuchar música.
Armando Luna
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